
Agosto puede ser el mes ideal para implementar hábitos que carguen tus baterías antes del cambio de estación. No se trata de entrenar duro, sino de ajustar aspectos cotidianos para llegar a septiembre renovado y con fuerza.
Con el calor, perdemos más líquidos. Beber agua con frecuencia, combinándolo con infusiones frías y frutas ricas en agua son prácticas esenciales. También es importante consumir alimentos frescos y poca comida ultraprocesada, llevando una alimentación equilibrada que nos aporta energía y favorece el bienestar.
En el gimnasio también es importante implementar estos hábitos, dedica cinco minutos a un calentamiento suave en la cinta o bicicleta estática para activar articulaciones y circulación. Entre series, aprovecha para realizar estiramientos dinámicos de la zona que no estés trabajando, lo que mejora la movilidad y previene sobrecargas. Al terminar, no te saltes la vuelta a la calma: tres minutos de respiración profunda en una zona tranquila del gimnasio pueden ayudarte a reducir la tensión y favorecer la recuperación.
Incluso en días de menor intensidad, utilizar máquinas de bajo impacto o la zona de estiramientos como parte de una “mini sesión” mantiene la constancia y refuerza la disciplina, clave para ver avances a largo plazo.
Puedes incorporar caminatas placenteras al aire libre, caminar diariamente mejora la condición física, la autoestima y la salud mental. Puedes realizar juegos, paseos relajados o clases de yoga que nos aportan energía y ayudan a despejar la mente.
Debemos cuidar nuestro cuerpo, mente y ritmos diarios con atención consciente. Llegar a septiembre con energía no depende de grandes esfuerzos, sino de hábitos pequeños y constantes.
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