La relación entre alimentación y estrés

Por Maite Pérez Porto

Echando la vista atrás, concretamente a la prehistoria, se puede afirmar que los cavernícolas estaban sometidos a un estrés casi constante: huían de depredadores y su organismo reaccionaba hacia la huída o la lucha. Sin estrés no hubiésemos evolucionado hasta hoy, pero… ¿Qué relación tiene el estrés con la alimentación?

¿Qué es exactamente el estrés?

Es un mecanismo mediante el cual el organismo se adapta a cambios, influencias, exigencias o tensiones a los que pueda estar sometido. Como ya no somos cavernícolas las situaciones a las que nos enfrentamos son diferentes, pero la reacción del cuerpo sigue siendo la misma.

El estrés afecta o afectará en algún momento de la vida de prácticamente cualquier persona. Se produce cuando algún suceso, ya sea de origen físico o psíquico, supera nuestra capacidad de poder solucionarlo.

A la hora de enfrentarse a un problema pueden surgir dos tipos de estrés, el positivo o el negativo. El estrés negativo se relaciona con aquellas situaciones incontrolables y que perdurarán en el tiempo.

El estrés y sus implicaciones

En momentos de estrés el cuerpo libera dos hormonas: cortisol y adrenalina. El cortisol librera la glucosa en la sangre para que nuestros músculos tengan suficiente energía disponible en caso de lucha o huida. Esta reacción es normal en un momento puntual, pero es dañina cuando se cronifica.

Un aumento prolongado de estas hormonas provoca daños en tejidos, músculos, vasos sanguíneos… y favorece la aparición de enfermedades como la ansiedad, la depresión, problemas digestivos, problemas de sueño, enfermedades cardiovasculares, etc.

¿Cómo afecta el estrés a nuestra alimentación?

Como ya hemos señalado, un nivel alto y prolongado de cortisol y adrenalina en sangre provoca que nuestro organismo busque energía deforma rápida, por lo que aumenta nuestra apetencia hacia alimentos hipercalóricos compuestos de azúcar y grasas. Este es el motivo por lo que muchas personas, en situaciones de estrés, comen alimentos ultraprocesados y de mala calidad, generando un círculo vicioso.

La principal consecuencia del consumo de estos alimentos es la creación de grasa visceral en exceso, responsable de numerosas enfermedades cardiovasculares.

Además, el estrés puede impedir que el sueño se concilie. Cuando no descansamos lo suficiente asciende en sangre el nivel de grelina, la responsable del apetito, aumentando la cantidad de esos alimentos hipercalóricos que consumimos.

Cambia tu alimentación y alivia el estrés

Para contrarrestar el efecto del cortisol en sangre es importantísimo cuidar la dieta. Aquí te dejamos algunas pautas importantes para evitar el consumo de ultraprocesados:

• Nunca te saltes alguna comida y así será más fácil evitar atracones.
• Escoge alimentos de alto valor nutricional: fruta, verdura, legumbres, pescados…
• Consume carbohidratos de calidad: arroz, patatas, cereales integrales y tubérculos.
• Reduce el consumo de café, alcohol y azúcares refinados.

Además, existen algunos alimentos que ayudan a reducir el estrés. Por ejemplo:

• Frutos rojos, como el arándano. Son antioxidantes e intervienen en la formación de serotonina y dopamina; que mejoran el humor y la memoria.
• Tubérculos y raíces, como la patata o la yuca. Son grandes fuentes de energía, por lo que se reducirá la apetencia hacia otros alimentos no beneficiosos como la bollería.
• Chocolate negro (mínimo 85% cacao). Produce serotonina y reduce el cortisol en sangre.
• Alimentos ricos en triptófano como los plátanos o la piña. Favorecen el sueño.
• Fermentados como el kéfir o la kombucha. El estrés afecta a la microbiota gastrointestinal, por lo que este tipo de alimentos ayudan a repararla.

El deporte también es fundamental para combatir el cortisol, pues genera endorfinas. También pasear por la naturaleza o quedar con amigos.

Recuerda que si tienes alguna duda con tu dieta, en muchos de nuestros centros disponemos de un servicio de nutrición en el que estarán encantados de ayudarte.