
Cada vez es más común que, en nuestras compras diarias, veamos alimentos “sin azúcar” o “sin azúcares añadidos”. Pero ojo, estos productos suelen llevar incorporados multitud de edulcorantes, los cuales pueden afectar negativamente a tu salud, especialmente al bienestar gastrointestinal. Xilitol, eritritol, maltitol, sorbitol, estevia… ¿te suenan estos nombres? Te contamos los riesgos detrás del consumo excesivo de todos estos edulcorantes.
El uso continuado y frecuente de sustitutos del azúcar puede tener una incidencia de leve a moderada en el intestino, especialmente con un tipo concreto: los polioles. Un truco, todos los edulcorantes con terminación -ol son polioles, como es el caso del xilitol, el maltitol y el sorbitol.
Los polioles son alcoholes creados a partir del azúcar convencional. Cuando se ingieren no se absorben (por eso no elevan el nivel de glucosa en sangre) y recorren todo el intestino hasta llegar al colon. Como el intestino delgado no es capaz de incorporarlos a la sangre, estos edulcorantes arrastran agua hasta el intestino grueso. Una acumulación excesiva de agua en el colon provoca diarrea.
Además, el consumo sin moderación de estos edulcorantes también puede provocar hinchazón y gases.
El eritritol, un poliol, provoca la denominada “palatabilidad”. Haciéndolo sencillo, el eritritol tiene la capacidad de endulzar unas 150 veces más que el azúcar de mesa, lo cual puede llevar a que nuestro cerebro se acostumbre demasiado al dulzor, provocándonos la necesidad de consumir alimentos cada vez más dulces.
La moderación es siempre la mejor alternativa, tanto con los azúcares naturales como con los edulcorantes. Un sabor excesivamente dulce, especialmente si viene de estos aditivos, puede aumentar nuestro deseo por más. La mejor recomendación es reducir gradualmente las cantidades y el consumo de alimentos ultraprocesados. Así podrás apreciar el verdadero sabor de los alimentos, disfrutarlos más y, por supuesto, cuidar de tu salud.
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